jueves, 12 de abril de 2012

Pelotas de goma

.....parte de articulo del Diario Vasco Digital de hoy

Ese peligro ya había sido denunciado con anterioridad a los sucesos de la pasada semana. De hecho, la Unión Europea emitió en 2011 una recomendación -que este año puede transformarse en prohibición- para que los cuerpos de seguridad que aún las emplean las destierren de sus arsenales. Las bolas de goma se utilizan en Portugal y, sobre todo, en España. Tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil, los Mossos d'Esquadra y la Ertzaintza recurren a ellas para neutralizar incidentes violentos.
Así es a fecha de hoy porque el consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, anunció ayer que su departamento «intensificará el trabajo puesto ya en marcha para cumplir con esa recomendación europea y sustituir de forma progresiva» las bolas de caucho. «Pero hay que decir que a lo largo de los últimos años se han hecho miles de intervenciones con pelotas de goma y no ha habido ninguna persona muerta, sí algún herido», puntualizó. Incluso el sindicato Erne, mayoritario en la Policía autonómica, se sumó ayer a las voces críticas y reclamó la retirada del material. Las pelotas de goma pueden ser utilizadas con diferentes armas. No existen fusiles expresamente fabricados para su lanzamiento, sino que las escopetas se adaptan en función de la necesidad. En el caso de las operaciones antidisturbios de la Ertzaintza, el escopetero -el policía que porta el arma- acopla al cañón de su Benelli la bocacha especial donde se coloca la pelota. Según los protocolos de actuación, los operativos que acuden a intervenciones de este tipo siempre utilizan primero salvas para «intimidar» con su estruendo. «Sólo si persiste el tumulto se recurre a las pelotas. Es la última opción», explica Antoni Castejón, del Sindicat de Mossos d'Esquadra- CC OO y exagente antidisturbios.
Los disparos siempre deben realizarse a una distancia mínima de 50 metros y apuntando hacia el suelo, es decir, buscando un rebote que provoque un golpe indirecto en el objetivo. Ése el principal hándicap al que se enfrentan los agentes: no pueden controlar con precisión el destino final de la bola. «Siempre tiras en un ángulo liso para que no se eleve y buscando dar de cintura para abajo», puntualiza Castejón, que pese a todos los inconvenientes defiende el uso de este tipo de munición. «Es la única manera de solucionar desórdenes importantes», vaticina el agente, que defiende la «profesionalidad, rigor y prestigio internacional de la Ertzaintza».